La cultura en Lima no es una postal fija ni un adorno que se exhibe en vitrinas oficiales. Se mueve, se esconde, resiste en los intersticios de la ciudad, en los márgenes donde la historia no siempre se escribe con tinta institucional. La cartografía de los espacios culturales en la capital no es un mero ejercicio académico, sino un acto político y poético a la vez, una forma de iluminar lo que de otro modo permanecería en las sombras.

Lima es la prueba de esa contradicción permanente: una ciudad que se reinventa a cada instante, donde los espacios culturales son trincheras de resistencia ante el olvido y la burocracia. Pero, ¿se puede gestionar la cultura sin conocer su geografía real? ¿Se puede legislar sobre el arte sin reconocer los cuerpos que lo encarnan y los territorios que lo sostienen?

El proyecto de la Cartografía Cultural de Lima 2025, impulsado por Nodos Culturales, no es solo una recopilación de datos. Es un intento por nombrar lo que a menudo se deja sin nombre: los lugares donde el arte sucede, donde la comunidad se organiza para hacer de la cultura un derecho y no un privilegio. Desde 2021, este mapeo ha identificado más de 500 espacios culturales en la ciudad, revelando no solo su ubicación, sino la manera en que la sociedad civil, los colectivos y los artistas independientes sostienen la vida cultural limeña.

Esta nueva cartografía nos muestra otras miradas sobre la cultura en Lima, pues la descentralización no es un discurso político, sino una urgencia tangible. La cartografía evidencia las brechas: distritos enteros sin espacios para la expresión artística, zonas donde la cultura se reduce a un eco lejano de los centros urbanos tradicionales. La descentralización no se logra con discursos; se necesita infraestructura, políticas públicas y financiamiento real.

La información contenida en este estudio es una herramienta para gestores, artistas y políticos. No basta con saber dónde está la cultura: hay que entender cómo se dinamiza, quiénes la sostienen y qué obstáculos enfrentan. Sin estos datos, cualquier intento de fortalecer la cultura en Lima seguirá siendo un ejercicio intuitivo, basado en la improvisación y no en el conocimiento.

El evento virtual del 24 de marzo a las 7:00 p.m. será una oportunidad para profundizar en estos hallazgos. Con la participación de Natalia Elías Pineda y Piero Fioralisso de Nodos Culturales, y la moderación de Carina Moreno Baca, se debatirá sobre las implicancias de esta cartografía, desde las manifestaciones predominantes hasta el impacto en la formulación de políticas culturales.

Este conversatorio por Zoom permitirá conocer en detalle la distribución de los espacios culturales, las prácticas comunitarias que los sostienen y el potencial de esta información para transformar la ciudad. Participar en estos espacios virtuales no es solo una forma de informarse, sino de involucrarse activamente en la construcción de una Lima más inclusiva y culturalmente vibrante.

Pero más allá del evento, la pregunta que persiste es: ¿Qué harán las autoridades y los agentes culturales con esta información? Si la cultura es un derecho, entonces los espacios que la sostienen no pueden depender solo del esfuerzo de colectivos y ciudadanos. La cartografía ha trazado el mapa; ahora queda el desafío de construir sobre él un territorio donde el arte y la comunidad sean prioridad y no residuo.

Porque la cultura en Lima no está en los discursos oficiales ni en los monumentos olvidados. Vive en la resistencia de quienes la crean, en los espacios que esta cartografía busca visibilizar. Y como en todo acto poético y político, lo que está en juego es la posibilidad de imaginar y construir una ciudad distinta.

Te invito a ser parte de esta conversación, a sumarte al evento virtual y a repensar junto a nosotros dónde vive realmente la cultura en Lima y cómo podemos fortalecerla. Porque una ciudad que se nombra es una ciudad que puede transformarse.