De los pies las voces: cuando el arte toma los cuerpos
Una exposición disponible para el público en el ICPNA, que convierte el dolor íntimo en un acto colectivo de memoria y sanación.
Hay gestos que no se caminan, se pronuncian. Y al hacerlo, sostienen.
Conozco a Nuria desde que teníamos ocho años. Éramos dos niñas sensibles atrapadas en un colegio religioso que nos enseñaba a memorizar oraciones más que a imaginar. La recuerdo dibujando como si ya supiera que el salvajismo en nuestro mundo duele, como si presintiera que crecer sería un camino entre cuerpos rotos y colores desangrandose. Reencontrarme con ella a los 32 no es casualidad. Es un espejo
Este 5 de junio, Nuria Cano inaugura "De los pies las voces", su nueva exposición individual en la galería Venancio Shinki del ICPNA de Miraflores. He visto parte de su colección de obras, incluso antes de entrar a la muestra que será un umbral. Una ceremonia para mirar hacia adentro.
Su arte se construye con pinturas, collages, instalaciones, recortes, pegatinas pero no se trata de técnica, sino de verdad. Bajo la curaduría de la poeta Denisse Vega Farfán, De los pies las voces propone un viaje hacia lo que muchas veces callamos: el cuerpo herido, la ternura en resistencia, la memoria convertida en imagen. No busca solo mostrar; busca mover, confrontar, acariciar desde lo que duele.
Nuria ha hecho del arte una forma de respirar. Es artista, docente, investigadora, y ha fundado su propio espacio, Magenta Galería. Pero más allá de los títulos, lo que más admiro es su capacidad de transformar la intimidad en símbolo. “El acto de pintar me enseña a decir cosas que a veces no se pueden decir de otra forma”, ha dicho. Y es así: hay cosas que no caben en la garganta. Hay dolores que solo pueden ser traducidos en textura.
Ver sus obras es reencontrarme también con partes mías. Las que no encajaban. Las que sobrevivieron. Las que ahora escriben. Como en los textos de Watanabe, hay una belleza brutal en lo que permanece después del derrumbe. En lo que el cuerpo guarda aunque ya no hable.
Invito a quien lea esto a ir. A dejarse tocar por lo que Nuria propone. A recordar que el arte no pide permiso: llega, vibra, y a veces hasta cura.
De los pies las voces estará abierta durante junio hasta el 6 de julio. La entrada es libre. Lo que no es libre —y eso Nuria lo sabe bien— es ignorar lo que sentimos.