Mi experiencia con el burnout: el precio de seguir sanando
La OMS estima una pérdida anual de aproximadamente 1 billón de dólares en productividad a nivel mundial por trastornos mentales como la ansiedad y la depresión.
Espacios seguros como el stand up comedy "Metidas de pata" son necesarios en países como Perú porque el 82% de los trabajadores sufre de estrés laboral o presenta este síndrome.
Es curioso observar cómo algunas personas que experimentan estrés o ansiedad a diario normalizan vivir en ese estado y al final de todo, colapsan. Los atentados que ejercemos contra nosotras mismas al no escuchar a nuestro cuerpo, los síntomas que se materializan en enfermedades y cómo esto impacta negativamente a personas de nuestro círculo cercano, es cotidiano.
Parece ser obvio para los especialistas en salud mental pero no aún individualmente en sociedades como la peruana o latinoamericana. Desde el 2008, ejercí el periodismo en diversos medios de comunicación, narrando historias, documentando realidades, conectando con gente de diversas culturas y estratos sociales. Mientras estudiaba el pregrado, inglés y trabajaba para poder pagarme la carrera y lograr graduarme.
Pero a finales del 2017, sentí la necesidad de ir más allá de la noticia. Decidí dar un giro hacia las comunicaciones, para ser parte de la acción y no solo de la investigación. Continué potenciando mis conocimientos con una maestría donde seguía estudiando más sobre el género humano y sus comportamientos multidimensionales, que no pude culminar.
Quería ejecutar campañas sobre los temas que me habían impactado en el alma, como balas: la violencia y los diversos tipos de discriminación estructural. Fue en ese camino, como coordinadora de comunicaciones en una ONG, que el diagnóstico me cayó como un balde de agua fría: burnout. El psicólogo me dijo que tenía que desconectarme, que necesitaba parar.
Pero, ¿cómo detenerte cuando eres tu única solvencia económica? El camino no fue el descanso, sino una reconfiguración: me convertí en freelancer. Por un tiempo creí que era la solución. Manejaba mis propios tiempos, elegía los proyectos a los que me sumaba y parecía que tenía el control. Sin embargo, el agotamiento no se fue, simplemente cambió de forma.
Años después, en el 2021, volví a la oficina virtualmente. De nuevo en comunicaciones, de nuevo en otra ONG, de nuevo en proyectos con propósito transformador. Volví con la ilusión de integrarme a la estructura de un equipo y un horario. Pero la inmediatez, las exigencias y el ritmo frenético en un espacio donde las necesidades sociales que te movilizan chocan con las laborales, me llevaron a una recaída.
A principios del 2023, la situación era insostenible. El diagnóstico esta vez fue más duro: depresión severa. Para poder reinsertarme laboralmente, necesité un kit de emergencia vital que no todas las personas tienen a su alcance: psiquiatra, medicación, psicólogas, meditación, yoga, zumba, escritura, lectura, deporte y ralentizar todo lo que hiciera intentando concentrarme en el presente.
Y aun así, la recuperación fue ardua. Un equilibrio constante que mantengo hasta hoy, entre cuidar mi salud mental e integral y cumplir con las exigencias de un mundo laboral que no espera, que hiperproduce hasta incluso, acelerar el calentamiento global. Sé que mi historia no es única. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que los trastornos mentales como la ansiedad y la depresión representan una pérdida anual de aproximadamente 1 billón de dólares en productividad a nivel mundial.
Un estudio de Bumeran de 2024 reveló que el 82% de los trabajadores en Perú sufre de estrés laboral o presenta el síndrome de burnout. Esta cifra representa un aumento de 5 puntos porcentuales respecto al año anterior (78% en 2023). Y la situación de muchos peruanos es esta: con burnout o síntomas de estrés o ansiedad elevada, tenemos que seguir “disfrutando” de la vida.
Cuando la salud mental se convierte en un lujo y el autocuidado en una batalla que se libra en paralelo a las responsabilidades diarias, ¿qué lineamientos tienen que implementar las empresas, las organizaciones y el Estado para que los ritmos de trabajo no sean perjudiciales para la salud de cualquier persona? Ese, es otro tema aparte.
En esta ocasión, me gustaría invitarte a eventos como el stand up comedy "Metidas de Pata": Burnout edition, liderado por Ester Xicota, consultora internacional se sostenibilidad en moda y textil y, Mariel Jumpa, fundadora de Slow Fashion World y Creatives 4 Impact. Que ofrece un espacio seguro para reírnos de nuestras experiencias y para entender que equivocarse y tocar fondo es parte del aprendizaje hasta la muerte.

foto: evento "metidas de pata". ester xicota.
Esto nos permite soltar el peso, conectar desde la autenticidad y darnos cuenta de que no estamos solos en esta lucha. Al final del día, reírnos de nuestras propias “metidas de pata” es un acto de amor propio, valentía y un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay instantes para seguir sanando y fortaleciéndonos en comunidad.
La cita es en: Casa Bulbo, avenida Bolognesi 660, Barranco. Entre los invitados están: Diana Castañeda, frundaiser de UNICEF. Ernesto Ychikawa, head of People & Change y Management en Comunal. Nancy Arellano, presidenta y fundadora de VeneActiva y directora de proyectos de integración. Las entradas están disponibles en este enlace: https://bit.ly/MetidasdePata y en el Instagram de @Creatives4Impact. Te espero.